jueves, 30 de mayo de 2013

Lejanas y maravillosas Maldivas

Los viajes tienen eso, que estás un día en Nagorno Karabakh, rodeado de montañas y con el mar que ni se intuye, y en la siguiente etapa apareces en las Maldivas, un país del Índico al que le sobra mar por todas partes, con 1.200 islas y una altura máxima de metro y medio. La llegada en avión es de gran efecto, ya que vas viendo atolones distribuidos por un mar en calma, con unos cuantos hoteles de lujo instalados en lo que puede ser una mínima posibilidad de isla, con casas que sobrevuelan el agua y mar por todas partes.
Los paraísos son así, con mucho mar color turquesa, una playa de arena blanca y unas cuantas palmeras para decorar. Y cero preocupaciones, por supuesto. Si vas solo, puede resultar hasta aburrido, pero aquí lo que se llevan son las parejas en luna de miel, encerradas en sí mismas y con el mar como única compañía. 
Me encuentro ahora mismo en la isla de Kuramathi, en un hotel bien situado en el que los camareros tienen sonrisa panorámica, los peces te comen en la mano y las parejas toman cócteles humeantes de color rosa, con sombrilla de juguete, mientras se miran a los ojos con aire alelado. Ah, estamos en el Trópico y a 30 grados. Aviso por si alguna de las parejas, llegada al límite del embeleso, no se diera cuenta. Continuará...




lunes, 27 de mayo de 2013

Aquella guerra de Nagorno Karabakh

Cuando en febrero de 1988 el Parlamento de Nagorno Karabakh votó a favor de la unión con Armenia, estalló un conflicto con Azerbaiyán que se prolongó hasta el alto el fuego de 1994. Durante estos años hubo guerra en este territorio montañoso del Cáucaso, de mayoría armenia, adscrito por la URSS a Azerbaiyán años atrás. Hubo una larga guerra en las montañas y numerosas víctimas, y todavía hoy pueden verse muchas casas destruidas y pueblos vacíos después de que los azeríes se vieran forzados a marchar.
Un contrasentido de aquella guerra lo tenemos en el aeropuerto de Stepanakert. Está preparado incluso para vuelos internacionales, pero ningún avión lo utiliza, ya que Azerbaiyán ha asegurado que disparará contra cualquier aparato que trate de despegar o de aterrizar en él. La guerra se detuvo en 1994, pero el conflicto sigue latente, pendiente de solución definitiva. Es algo que no olvidan los armenios de Nagorno Karabakh, que muestran junto a sus carreteras fotos enormes de algunos de sus héroes, fallecidos en aquella guerra, como es el caso de Monte Melkonian.
Monte Melkonian era un armenio nacido en Estados Unidos en 1957. En los años setenta y ochenta luchó en el Líbano con el Ejército Secreto para la Liberación de Armenia. Participó en el asesinato de varios diplomáticos turcos, por lo que fue detenido y encarcelado en Francia. Cuando estalló la guerra en Nagorno Karabakh, no dudó en ir allí para luchar contra los azeríes. Murió durante los combates en junio de 1993 y está enterrado en Ereván, la capital de Armenia, donde le veneran como un patriota y un héroe.


jueves, 23 de mayo de 2013

Nagorno Karabakh: montañas, bodas y ajedrez

Nagorno Karabakh es un pequeño país, o no país, del Cáucaso, de tan sólo 4.400 kilómetros cuadrados, con montañas, muchas montañas, muchísimas montañas. En 1994 proclamaron la independencia y ahora viven allí unos 140.000 habitantes. No es mucho. Por eso el Gobierno ofrece incentivos a las parejas que tengan hijos, y por eso en 2008 un millonario de la diáspora pagó un festejo por todo lo alto en el que setecientas parejas se casaron el mismo día. Y después: ¡hala, a reproducirse!. En eso están, supongo, mientras los viajeros que nos dejamos caer por allí vamos a visitar monasterios y una escultura enorme, en las afueras de la capital, Stepanakert, que proclama "Somos nuestras montañas".
Las montañas lo son todo, o casi todo, en Nagorno Karabakh, pero la gente se concentra en las ciudades, en Stepanakert. Allí es donde suele haber más vida, tanto en los cafés populares como en los clubs de ajedrez, donde siempre hay hombres muy muy concentrados que ni se dan cuenta que les sacas una foto. 
Y es que, tanto en Armenia como en Nagorno Karabakh, el ajedrez es deporte nacional. Son pocos, pero tienen campeones mundiales como Tigran Petrossian. Para reforzar la práctica, en 2011 el Ministerio de Educación dispuso que el ajedrez fuera asignatura obligatoria en las escuelas a partir de los 6 años. Y en eso andan, entre la reproducción y el ajedrez. Todo sea por Nagorno Karabakh.

jueves, 16 de mayo de 2013

Stepanakert y la pizza de hierbas



A Stepanakert, la capital de Nagorno Karabakh, se llega por una carretera financiada por millonarios de la diáspora armenia. El último tramo, según reza un gran cartel, se debe a la generosidad de la Comunidad Armenia Argentina. Es una muestra más de que, sin el dinero de la diáspora, tanto Armenia como Nagorno Karabakh lo tendrían difícil para salir adelante. En el centro de la capital, el lifting que se esfuerza en disimular las cicatrices de la guerra ha dejado un centro presentable, con una catedral a medio construir, una avenida propia para desfiles y un paseo peatonal que le da señorío a la ciudad. Eso sí, como te separes ni que sea medio metro del paseo corres el riesgo de caer en una zanja o de tropezar con los cascotes de las ruinas.
El lugar más animado de Stepanakert es, como suele suceder, el mercado. Allí hay vida, colores, campesinos amables y productos llegados de las cercanías. El plato estrella, por cierto, es el jingalov hac, una especie de pizza calzone, en forma de barca y de masa fina, que rellenan hasta con veinte hierbas distintas. Su precio es inferior al euro y está muy rica, aunque no nos quisieron cobrar. Y es que en Stepanakert no abundan los viajeros, por lo menos en esta época del año.
Otros lugares animados de Stepanakert son los clubs de ajedrez o los bares en los que suena la agradable música armenia, con el duduk como instrumento estrella. Pero es quizás la comida, excelente, lo que deja un mejor recuerdo de esta ciudad en la que viven 50.000 personas, una tercera parte de los habitantes de Nagorno Karabakh, un no país al que habrá que volver.

sábado, 11 de mayo de 2013

Nagorno Karabakh, envuelto en niebla




Aunque Nagorno Karabakh se proclama independiente, la ONU no lo incluye en su listado oficial de estados. Ahora raramente aparece en las noticias, pero sí lo hacía en los años noventa, cuando azeríes y armenios libraron una guerra que acabó ganando Armenia en 1994. Desde entonces, Nagorno Karabakh parece vivir en tierra de nadie, por lo que no me extraña que una espesa niebla envuelva este no país a mi llegada, difuminando los perfiles de los edificios y las siluetas de sus habitantes.
Las demasiadas casas destruidas dan testimonio en la ciudad de Shushi de la dureza de una guerra que sus vecinos se esfuerzan en olvidar. Como prueba, la siguiente foto: una lujosa limousine engalanada para una boda frente a un degradado bloque de apartamentos del período soviético. 
La limousine, la niebla y la sensación de abandono de los apartamentos parecen componer un poema visual que bien podría titularse "Nagorno Karabakh". El nombre de este no país, por cierto, demuestra que estamos en un cruce de culturas del Cáucaso: Nagorno en ruso significa Alto o Montañoso, mientras que Kara es negro en turco y Bakh jardín en persa. La primera impresión, envuelto en un manto de niebla, es que este “montañoso jardín negro” sigue a la espera de que la Historia defina su futuro.

lunes, 6 de mayo de 2013

Zorats Karer, el Stonehenge armenio


A Zorats Karer (Piedras de los Días), también llamado Karahunj (Observatorio), se le conoce como el Stonehenge armenio, aunque es mucho más antiguo que el británico. Se encuentra en las montañas, cerca de Sisian, y cuenta con unos 220 menhires, algunos de casi 3 metros de alto y 10 toneladas de peso. Dicen que data de 8.000 años atrás y que el monumento circular que hay en el centro tenía fines astronómicos. Sea lo que sea, es un lugar lleno de misterio, como puesto a propósito para Iker Jiménez y sus colegas.
No muy lejos, cerca de la ciudad de Yeghegnadzor, al final de un angosto cañón, se encuentra el monasterio de Noravank, mucho más reciente, del siglo XIII. Me gusta la escalera exterior de la iglesia dedicada a la Santa Madre de Dios, así como las cruces labradas en la piedra y las tumbas nobles que tapizan la entrada.
El monasterio estaba muy deteriorado, pero un armenio de la diáspora, el canadiense Dikran Hadjetian, lo restauró en 1998. Por cierto, hay tantas grandes obras sufragadas en Armenia gracias a la diáspora, que llego a sospechar que este pequeño país casi ni existiría si no fuera por los que, siendo armenios, viven lejos de la Tierra Madre y combaten la nostalgia a base de generosas donaciones.

viernes, 3 de mayo de 2013

Tatev, un monasterio perdido entre las nubes



La llegada a Tatev, un maravilloso monasterio del siglo IX situado en lo alto de un acantilado de basalto, no muy lejos de la población armenia de Goris, no pudo ser más inquietante. Había tanta niebla en el valle que surgió la duda de si funcionaría el teleférico bautizado con el poético nombre de Wings of Tatev. Al final se puso en marcha y avanzó rasgando los jirones de niebla para mostrar retales de un bello paisaje de montaña rasgado por el cañón del río Vorotan. Verde sobre verde y nubes que esporádicamente velaban el paisaje, hasta que de repente surgió el campanario del monasterio dominando la montaña y la historia.
No había nadie en el interior del recinto amurallado. Sólo silencio y muros historiados que hablan de cuando, en la Edad Media, Tatev era una prestigiosa Universidad que albergaba a más de 500 monjes. Ahora sólo quedan un par de monjes en el monasterio, un par de monjes que localizamos por sus bellos cánticos en el interior de una capilla repleta de humo de incienso y de mística. Fue emocionante escucharles en aquel ámbito apartado del mundo, como si levitaran sobre los bosques de Armenia
De las muchas dependencias de Tatev me quedo con una misteriosa columna pendular que tenía la virtud de avisar cuando venía un terremoto o cuando se acercaban los invasores. Mide ocho metros de alto y está coronada por una cruz de piedra. Cuando la desplazas a un lado, recupera de inmediato su posición. Misterios de Tatev, misterios de la Armenia profunda.